Bajo el signo del colibrí

Ilustración de Ariana Pérez
Ilustración de Ariana Pérez

Este blog nació bajo el símbolo del colibrí…

En tradiciones ancestrales de la tierra, a cada ser humano, por el hecho de nacer, se le asignaba un animal llamado «totémico». El animal totémico es un animal protector y guía, una suerte de símbolo que representa al recién nacido y que sirve de puente entre la encarnación física del ser y su parte más espiritual. La mayoría de las tradiciones antiguas se vinculaban estrechamente a la naturaleza. Es por esto que los animales y en ocasiones, las plantas y su expresión más «elevada», los árboles, actuaban como enlaces entre lo concreto y lo universal.

El animal se manifestaba de diferentes maneras a lo largo de la vida, dando consejo, guiando, confortando o protegiendo. También actuaba en ocasiones como mentor -o como hoy en día diríamos «coach»-, dando pistas sobre el camino vital más adecuado y la expresión creativa más armoniosa con el ser que protegían.

Esta tradición todavía se conserva en algunos lugares del mundo, pero lo cierto es que se ha ido desvirtuando y hoy en día existen incluso lugares en internet donde se te «dice» cual es tu animal totémico…

A  mi me gusta pensar en estas tradiciones y creo que cualquier símbolo que nos ayude a avanzar actúa de manera positiva para nosotros. Con los símbolos ocurre como con las creencias fuertemente arraigadas: sólo sirve si crees en ellas. Si crees firmemente, pueden servirte de enlace, de escalerita, de ayuda para acceder a planos más elevados de ti mismo.

Considero el Buho o Mochuelo mi animal totémico vital, tengo al menos esta sensación. He vivido muchas sincronicidades al respecto. Después, explorando el símbolo, me sabido que es el animal protector de los maestros y guardián del conocimiento, tal y como es el olivo en el reino vegetal. Buho y olivo me acompañan siempre: en ilustraciones que tengo en las libretas, pegatinas, figuras; o  mi olivo bonsai, que fue un regalo  el  día que supe que entraba en la facultad de Magisterio…

Pero hoy te quiero hablar un poquito del colibrí…

El colibrí es otro animal que se me ha manifestado fuertemente en los últimos tiempos. Sobretodo cuando me he puesto a escribir. Es por esto que creo que es una suerte de «segundo totem» que se complementa bien con el otro pajarillo que me acompaña, para ayudarme en mis creaciones escritas.  Desde que decidí abrir este blog, el colibrí se me ha «aparecido» muchísimas veces, en sueños, en internet, en libros, libretas, camisetas, láminas… ¡Incluso en las creaciones plásticas de mis alumnos y de mi hija!

Cuando buscaba un icono que representara con sencillez el alma de este blog, el colibrí surgió revoleteando a mi alrededor y no tuve duda de que era «ése el símbolo que andaba buscando».

Lo diseñé con una fluidez insólita -como suele pasar con las cosas que vienen bien…- y desde entonces preside esta pantalla con alegría.

 

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El colibrí es un animal precioso, un pájaro que casi parece un insecto: se alimenta de néctar de las flores y algunos insectos pequeños y vuela batiendo las alas a una velocidad increíble. Simboliza la energía vital, la pasión y el renacimiento. Es el mensajero y guardián del tiempo entre los indígenas americanos. 

 

Leí una leyenda maya preciosa acerca del colibrí que quiero compartir ahora contigo:

Los Dioses, al crear la tierra, encargaron a cada criatura un trabajo. Cuando hubieron terminado, se dieron cuenta de que alguien debía llevar los pensamientos divinos de un lugar a otro. Es decir, necesitaban un mensajero. Pero no les quedaba barro para crear más seres… Así que lanzaron al aire una flecha, soplaron su aliento sagrado sobre ella y… ¡surgió el colibrí! Entre los mayas se venera al colibrí y se prohibe cazarlo, pues sería una ofensa grande a los dioses. Dicen que si mandas un buen deseo hacia alguien, un colibrí lo toma y lo lleva a su destinatario. A pesar de su humilde tamaño, el colibrí es un animal muy hábil y fuerte, respetado entre todas las aves. Obtiene una gran energía del néctar, que es el azúcar de las flores y también un agente fertilizador de la tierra. El  colibrí nos insta a crear y transportar «pensamientos fértiles», o sea, que sean instigadores de otras creaciones bellas.

El colibrí nos anima a prodigar las buenas noticias, a compartir el conocimiento que es bienestar para todos, a repartir la alegría y a vivir intensamente cada día, como si fuese un regalo.

No se me ocurriría mejor símbolo para este blog. Y agradezco que el colibrí me acompañe y te acompañe a ti mientras compartimos estas páginas.

¡Feliz semana!

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