No apagues tu luz (Segunda Parte)

Foto: Joana Kosinska para Unsplash

Te escribo este post desde la hamaca colgante de mi balcón, mientras contemplo la Sagrada Familia. Aprovecho para tomar el sol de la mañana que sólo nos visita por una hora. No he dejado de meditar un sólo día desde que comenzamos el confinamiento y desde que acabé el curso de Mujer Holística, «Ilumina tu vida», siento que he regresado al Mundo Sencillo, mi hogar, y que permanezco en él la mayor parte del tiempo. He mudado mi residencia permanente allí.

Desde esta Realidad donde me permito mostrar mis verdaderos colores, donde me siento fluir con mi Ser Superior independientemente de lo que ocurra «ahí fuera», que me hace interpretar los acontecimientos desde el amor en lugar del miedo, desde aquí quiero desarrollar lo que ya te adelanté en el post interior: Muestra tu luz al mundo.

Como te conté, he recibido últimamente «invitaciones» para apagar mi luz, a través del conflicto personal.

Una de mis lecciones personales más duras desde niña ha sido vérmelas con mi deseo de complacer, de buscar aceptación. En esa búsqueda absurda que no te lleva a ningún sitio más que a la frustración y a la pérdida de autenticidad, fui ahogando cada vez más mi voz, hasta llegar al punto en que sentía que me costaba respirar. No dejaba surgir mis talentos, mis anhelos, en busca de migajas de amor que muchas veces estaban envenenadas y que sólo conseguía que me faltaran aun más al respeto.

Pasaron años y afortunadamente, en mi vida aparecieron personas y acontecimientos que me empujaron hacia arriba y me ayudaron a salir de una zona de confort donde, sin saberlo, estaba presa.

También fui aprendiendo a decir No con gracia, con amor. En este aprendizaje todavía estoy pero he de decir que he recorrido ya muchos kilómetros desde mi punto de partida…

Pero el camino es largo y sé que mientras utilice esta envoltura corporal estaré aprendiendo y mejorando. Ése es el leitmotiv de este blog: sentirse aprendiz eterno de la Vida para disfrutar también del viaje y no dejar de mejorar.

Estos días tuve que reivindicar mi voz, a pesar del rechazo de otras personas, de su incomodidad. Mis acciones no buscaban más que la mejora de los proyectos compartidos, pero fueron interpretadas como ofensas personales al realizar mi intervención. A pesar de que utilicé la cortesía, la amabilidad, para expresar mi punto de vista, despojándome del juicio – ¡Cuidado! Cuando expreses tu opinión, mira que no esté cargada de emoción: eso es juicio del ego-, fui incomprendida y juzgada duramente por los demás. Yo misma acabé cayendo en la trampa egocéntrica de querer llevar la razón y de tomármelo todo en lo personal.

Hasta que me paré, regresé a mi centro y me enfrenté a la sombra, a la oscuridad.

Ése es el primer paso en tu regreso hacia la luz: mirar la oscuridad cara a cara. No tengas miedo de ingresar en ese espacio, porque en esa rendición obtendrás la energía para superar cualquier situación. Cuando siento que ya no puedo más ni veo salida, me rindo y digo «Te lo entrego». Se lo entrego a mi Espíritu. Y añado «Toma Tú las riendas». Reconocí qué parte de mi estaba demandando amor de la forma equivocada, qué bloqueos me impedían fluir con la situación y dónde se alojaban en mí. También me permití sentir compasión por las personas que me estaban hiriendo. La compasión te mantiene al margen del drama ajeno, en una posición donde puedes mirarles con amor y ayudarles sin ser tu parte de su drama.

Al hacerlo, empecé a recibir regalos inesperados. Conversaciones, libros, blogs, recuerdos, sueños… Meditando, respirando, regresé a mi calma interior. Y vi que ahí seguía mi luz, intacta.

Permítete brillar, a pesar de que a otros les moleste. Esta es la mejor manera de ayudar a los demás. Hay personas que se sienten atraídas hacia el brillo de otras. Y cómo no saben que ellas también son luz, en seguida aprenden un mecanismo inconsciente para absorber la energía de los otros. En realidad, todos hemos actuado así en alguna ocasión en nuestras vidas.

Me considero una persona sensible y con una gran empatía. Si te reconoces en esta descripción, convendrás conmigo lo duro que se hace cuando al cabo del día tienes esa sensación de cansancio, de que te has llevado la mochila de otras personas con las que has conectado y que ese fardo, que no te corresponde, te resulta extremadamente pesado y te deja sin energía.

En el curso de Ilumina Tu Vida, Maria José Flaqué me proponía un recorrido hacia mi propia luz. Y en ese recogido, me ofrecía herramientas para proteger la mía.

Quiero compartirlas aquí contigo, según mi propia interpretación. Como siempre, toma o deja lo que desees. Prueba, investiga y encuentra tu propia manera.

Yo te cuento cómo lo he hecho yo.

Protege tu luz

  • La meditación (nunca me cansaré de recomendártela). Practica la Presencia en la forma que te resulte más cómoda. Puede ser tan sencillo como respirar tres veces profundamente dos veces al día (ponte recordatorios como hago yo en el móvil), pararte a observar, a descansar. También puedes explorar el Mindfulness, la práctica de la atención plena. En el blog encontrarás posts donde trato este tema.
  • La Gratitud (tampoco que me cansaré de recordarte lo poderosa que es). Yo lo hago escribiendo a diario en un cuaderno al menos tres cosas que me han hecho sentirme agradecida durante el día. No importa si te repites, lo importante es que reconozcas lo grande y lo pequeño, aquellos regalos cotidianos que de otra manera pasarían desapercibidos y que damos por supuesto.
  • Bendice, envía amor mentalmente a las personas con las que mantengas algún tipo de conflicto o te hagan sentir incómoda. Si prevés encontrarte con ellas, hazlo un tiempo antes, dirígete a su Ser Superior para que todo discurra en armonía y envía mensajes que reconozcan su luz.
  • Visualiza un haz de luz azul a tu alrededor cuando necesites sentirte protegida en una situación. La visualización, una técnica que estado trabajando últimamente, es extremadamente creativa y poderosa. Tu imaginación es tu gran aliada. Utilízala. Crea para creer.
  • Haz lo que ames y mantiene, sin negociación, un espacio que haga cantar tu alma. Es lo más importante. No lo pospongas por más tiempo. Es lo que nutre tu alma.
  • Regresa a la naturaleza. Camina descalza sobre arena, pasea por un parque, pasea junto al mar…
  • Cuida tu alimentación. Mímate.
  • Practica decir NO con elegancia y contundencia a la vez. Comienza por las cosas pequeñas, lo que menos te cueste, y después te atreverás a ir «a lo grande».

Un vaso sólo puede dar de beber cuando está lleno. De nada sirve que ahogues tu luz. La única manera de ofrecer ayuda a los otros es ayudándote a ti misma y permitiéndote ser en todo tu esplendor.

Al igual que sucede en los aviones, donde te recomiendan que antes de poner la máscara de oxígeno a tu compañero de asiento te la pongas tú primero, si no te cuidas no estarás en condiciones de cuidar a los demás.

Cuando te permites brillar, estás permitiéndole a los demás mostrar su propia luz.

Que pases una buena semana.

Foto: Luke Stackpoole para Unsplash

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