Banzai

Foto: Arno Smit

Me hallo en estos momentos en esa época del año en que saboreo las mieles vacacionales… Días para dedicarme al cultivo del alma en soledad. Éste es un tiempo dorado que espero durante todo el curso escolar, mi manera de desgranar los días desde que soy maestra y más allá…

Parte de este tiempo, que va desde que dejamos las reuniones de claustro -inicio oficial de las vacaciones docentes- hasta que mi hija acaba el campus de verano y mi marido toma sus vacaciones, lo dedico a escribir, a meditar, a cuidarme, a homenajearme y a recibir algún tipo de formación. La próxima semana comienzo un curso matutino de fonología inglesa que se incorporará a mis méritos como funcionaria. Y ayer comencé otro curso que durará todo el mes de julio, dos tardes a la semana, de lengua y cultura japonesa.

En efecto, otra vez, he caído en la tentación. ¡Deberían esculpir una manzana en oro con mi nombre! No me he podido resistir a la seducción japonesa… Sus palabras son como cantos de sirena para mí. Comenzar a estudiar japonés es un viejo sueño hecho realidad. Pensé que nunca lo haría…¡y aquí estoy, aprendiéndome de memoria el alfabeto Hiragana, trazando sus elegantes letras practicando la caligrafía y pronunciando bellas fórmulas intraducibles!

Me fascina la forma en que los japoneses tienen de presentarse. «Hajime Mashite. Dozo yoroshiku.» Algo así como «Encantada de conocerle. Vamos a cuidar el uno del otro y a llevarnos bien.»

Si en español le dices eso a alguien ya se levantan las espadas. «Mejor nos llevamos bien, ¿vale?». «Sí, sí…mejor». ¡Uff! Pero en japonés es una fórmula galante y casi espiritual de recibir al otro. Algo así como el Namasté de los hindúes. Reconociendo el alma de quien tienes cerca y apreciándola.

Foto de Ian Pham

La lengua japonesa parece una alabanza continua a la belleza. A la belleza de vivir, de la naturaleza, de ser capaz de disfrutar, de sentir gratitud… Al Espíritu. Cuanto más me adentro en su cultura más me atrae. Está llena de singularidades.

No satisfecha con el curso y con las medias partes de cultura japonesa que tratamos en cada sesión (ayer tocó lección sobre la comida y el uso correcto de los palillos), ayer me pateé el centro de Barcelona en busca de un libro que, como no, cayó en mi conocimiento «por causalidad»: «Banzai. Japón para curiosos.» (Geoplaneta) Se trata de una especie de guía de viaje, maravillosamente ilustrada por Joana Grochoka y escrita por Zofia Fabjanowska-Micyk. Es un recorrido por peculiaridades de su cultura, sus paisajes, sus tradiciones y su historia. Te dan unas ganas terribles de lanzar la casa por la ventana, comprarte un billete y cruzar el mundo hacia el lugar donde nace el sol…

Y el Sol en Japón es mujer. Como no… Su deidad sintoísta es Amaterasu, la diosa del Disco Solar (símbolo del Japón, presente en su bandera). Literalmente, Amaterasu significa «La que Brilla en el Cielo». No sé por qué  no me extraña que sea mujer. Lástima que las cosas hayan cambiado desde la prehistoria japonesa y que, en muchos sentidos, el machismo se haya impuesto no sólo en Japón y en su cultura, sino en el resto del mundo.

Tengo confianza en que Amaterasu, como todas las manifestaciones femeninas de Dios, resplandezca de nuevo.

Así sigo yo, cultivando mi pequeña diosa interior, en estos días estivales… ¿Cómo los estás pasando tu? ¿Qué haces para cultivar tu alma»? Me encantará leerte en los comentarios.

Que tengas una feliz semana.

Postdata: ¡Banzai! es una exclamación similar a nuestro ¡Olé! ¡Qué bien! que los japoneses pronuncian cuando están contentos al recibir una noticia. Literalmente significa: «¡Diez mil años!»

Comparte en redes

4 comentarios

  1. Que lindo post Estel! La cultura japonesa es un mundo lleno de contrastes, pero es maravilloso. Yo después de estar 10 días en ese país la verdad es que quede maravillada. Nunca había visto una cultura tan diferente a la nuestra. Y si, es cierto que hay algunos temas como el machismo que son lamentables, pero hay otras cosas increíbles de las que podríamos aprender muchísimo de ellos. Recuerdo que un día de lluvia en Tokio nos fuimos al museo de historia a pasar la tarde (a mi no me gustan nada los museos pero no había mucho mas que hacer con ese clima) y la verdad es que quede muy impresionada. Por ejemplo, la forma que tienen de manifestar y apreciar el arte en los objetos cotidianos me pareció increíble. Para ellos el arte no se cuelga de una pared, se pinta en una taza o se trabajo sobre objetos de madera que se van a utilizar cotidianamente, es una mentalidad muy diferente, me encanta.

    Luego de leer este post me despertaste una curiosidad especial por hacer algo diferente este verano… hace tiempo tengo ganas de hacer un curso de cerámica, me llama mucho la atención. A ver si me animo 🙂

    Un abrazo grande Estel!

  2. ¡Pero qué activa estás! 🙂 Normal después de un año casi entero de curro non-stop… A mí Japón nunca me había llamado la atención hasta hace poco. Ahora se me aparece por todos lados y parece que me quiere decir algo jeje Ya nos contarás a final de Julio más apredizajes, que seguro que tendrás más cosas interesantes que compartir por aquí. Un besote muy fuerte!!!

  3. Qué interesante post Estel. Admiro mucho la cultura Japonesa y he tenido la suerte de viajar a Japón y disfrutar de esa elegancia y educación innatas, pero sigue sorprendiéndome cómo luego tienen costumbres horribles, como la que tu comentas sobre el machismo o la explotación laboral, no comprendo tantos contrastes…

    Un Beso

Responder a Xènia Roca Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Soy Imma

Eterna principiante y buscadora incansable. En este lugar deseo ofrecerte herramientas para vivir la espiritualidad de forma práctica y creativa, inspiración y mucho más…

Sigueme en las redes

Adquiere aquí mi novela:

Suscríbete a la newsletter

Categorias

Últimas publicaciones

Instagram