Foto: Spirit for beginners (c)
Si tienes la suerte de dedicar estos días a lo que yo llamo «el cultivo del alma» (descansar, leer, nadar, pasear, curiosear, pasar tiempo de calidad con personas que amas, darte homenajes, reflexionar sobre tu vida, beber zumos tropicales… vacaciones, al fin y al cabo) y te interesa incorporar hábitos Mindfulness en tu día a día, sigue leyendo. Si no estás de vacaciones pero igualmente quieres dar un giro de calidad a tu existencia, o simplemente te interesa explorar la meditación y la atención plena, te invito a seguir leyendo igualmente… 😉
Trataré establecer unas pautas para cultivar las experiencias Mindfulness, es decir, a hacer más grande nuestro espacio de TIEMPO PRESENTE, el regalo del Ahora. En definitiva, vamos a explorar pequeñas estrategias para cultivar la atención plena. Aquellos hábitos que nos retiran de las preocupaciones, el miedo al futuro, de la queja, el lamento, la victimización o la nostalgia estéril del pasado, entre otras cosas. Si como a mi te cuesta incorporar la meditación de manera sostenida e intensa a diario, quizás te vaya bien comenzar por estos pequeños «tips». Puedes probarlos todos o -mejor aun- incorporar un par de ellos a tu día a día, proponerte un «Mindfulness Challenge» semanal, y ver qué tal te sienta.
Doy por sentado que conoces los beneficios de practicar la meditación o técnica similar que te permita desconectarte del parloteo mental o simplemente recuperar la paz interior. Existen muchos estudios, avalados científicamente, que arrojan resultados más que positivos de la práctica periódica de la meditación (puedo dedicar un post a ello si te interesa y me lo dejas en los comentarios, pero por ahora sólo te menciono de memoria a Martín Seligman y Mathieu Ricard, por si quieres consultar fuentes contrastadas y aceptadas de manera general por la comunidad científica). Desde disminución de síntomas como el dolor, pasando por mejora generalizada del estado de salud e incluso curaciones de dolencias crónicas, pasando por mejora del estrés, reducción de las enfermedades cardiovasculares, mejora de la memoria y de la concentración, cultivo de la creatividad y la resolución de problemas, mejora de las relaciones sociales, etc. Suena atractivo, ¿a qué si?
Pues…déjame explicarte algo: si hablas con un monje zen o meditador experimentado, te dirá que cuando te sientes a meditar NO BUSQUES NADA DE ESTO. Que disfrutes de la experiencia y ya. La experiencia de abrir ese espacio en tu interior DEBERÍA BASTAR. Todo lo de más, lo recogerás por añadidura. Pero no debes perseguirlo. Si no, comenzarás mal. Así que , simplemente, medita y disfruta del momento. Punto.
Dicho esto, voy a listarte aquí una serie de hábitos e ideas que pueden agrandar ese espacio. ¿Comenzamos?
Foto: Spirit for beginners (c)
AL DESPERTAR…
No hacerlo bruscamente. Tomar unos minutos para adaptarse a la luz que bañe el cuarto, notar la respiración y agradecer estar viva un nuevo día. Damos por sentado que es lo normal y tan sólo somos conscientes del regalo de Vivir cuando algo amenaza nuestra existencia. Hazlo ahora: siéntete colmada por el hecho de vivir. Repasa mentalmente el día y bendice interiormente las tareas y las personas a las que vas a encontrarte y a las que todavía no conoces. Permanece ese tiempo recogida enti misma. No has de meditar estrictamente si no puedes o quieres, aunque la meditación a primera hora es muy recomendable.
RESPIRA
Nota tu respiración al levantarte, en las pausas de la comida… Cuando estés en una sala de espera. En el autobús… Aprovecha ocasiones para notar el sube y baja de tu abdomen, para notar a adónde va a parar el aire (si estás respirando con la parte alta de los pulmones o con la zona inferior, si llenas lo suficiente). No fuerces, tan sólo observa ese vaivén sin juzgar. Puedes repetir este ejercicio varias veces al día. Sin moderación.
AMPLIFICA TU EXPERIENCIAS DE FLUJO
Cada vez que te reconozcas en un momento » de flujo», disfrutando de una tarea en la que pones empeño, escuchando música, cosiendo, dibujando, haciendo bricolaje, haciendo fotos, admirando obras de arte o en una inspiradora conversación, haz lo que sea para «ampliar» ese momento. Puede ser tan fácil como darse cuenta de que lo estás viviendo y «bendecirlo» interiormente (o simplemente, diciendo «Gracias por este momento»). Si sabes qué situaciones favorecen esas experiencias de flujo, provócalas lo más a menudo que puedas. Una experiencia de «flujo» -aquel momento en que notas que el tiempo se para, que te sientes muy bien, que todo esta en su lugar y la inspiración o la creatividad discurren en armonia dentro y fuera de ti- puede ser incitada por el más «mínimo» acontecimiento. No tiene que ser nada espectacular. Yo disfruto especialmente de la contemplación del mar, del vaivén de las olas en la orilla de la playa. Siento ese movimiento como mi propia respiración y por unos segundos, parece que el mar y yo somos una sola cosa. También me ocurre cuando escribo… Esos momentos nutren tu alma. No los desperdicies.
CAMINA LENTO
Si el día te lo permite, cambia de trayecto. Toma un sendero agradable hacia tu destino sin preocuparte del tiempo. Reduce la velocidad a la que acostumbras a andar, siente de nuevo la respiración y fíjate en tu postura. Nota la manera en que avanzas, en que tus músculos y huesos se ponen de acuerdo para hacerte avanzar. El equilibrio y el desequilibrio. La manera en que la planta de los pies toman contacto con el suelo. Después, fíjate en lo que sucede a tu alrededor mientras avanzas. Nota los pequeños detalles, las personas, los edificios, plantas, animales… Muchas veces habrás pasado por ahí sin fijarte en cosas que ahora descubrirás. Es la meditación «en movimiento».
NO CONSTRUYAS SUPOSICIONES
Cuando estés en medio de una conversación, o sola planeando proyectos, organizando tu vida, intenta no construir suposiciones sobre el transcurso de los acontecimientos o cómo se sienten los demás respecto a ti. Si te preocupa mucho ese encuentro que hoy has de tener, esa entrevista de trabajo, esa reunión… trata de no imaginar nada al respecto. Si te descubres suponiendo cosas, dite a ti misma «Todo está bien», las veces que haga falta. Y respira. Confía en que es así.
ATENCIÓN PLENA A PEQUEÑOS RITUALES COTIDIANOS Y REPETITIVOS
Foto: Spirit for beginners (c)
Lavarse los dientes, comer, ducharse, vestirse, desplazarse al trabajo, recoger los niños del colegio, comprar, irse a dormir… Son muchos los gestos repetitivos que hacemos a lo largo de un día. Si «ritualizamos» estos gestos, si los convertimos en algo importante por si mismo, por muy banales que los hayamos visto hasta ahora, ensancharás tu momento presente. Dice un proverbio zen que el buen monje «Cuando come, come. Cuando reza, reza.» Pongamos la atención en aquello que estamos haciendo. Quizás la comida sea un buen terreno donde comenzar: nos permite participar con todos los sentidos del momento, percibir los alimentos, texturas, olores… Una manera de hacerlo es repetirse interiormente lo que estamos haciendo, sin juzgar nada, tan sólo constatando cada gesto: «Ahora pongo el agua en el cazo. Enciendo el fuego. Se nota el calor… Comienza a hervir…». Y jugar con los sentidos, notando también el impacto de cada gesto en ellos (olores, sabores, texturas, sensaciones como frío, calor, escalofríos…).
Como ves, el día a día nos ofrece mil y una oportunidad de practicar la atención plena. Pueden ser la antesala a una práctica de la meditación más intensa o una manera de estar que te permita pacificar tu interior. Busca en tus quehaceres y tus propias rutinas, prueba qué tal te sientan, y no dejes de compartirlo aquí.
Que pases una feliz semana y unas gozosas vacaciones!