Hace algún tiempo que no me acerco por estas páginas y he de confesarte que me pregunto si lo seguiré haciendo en el futuro inmediato. He observado poco seguimiento en este blog, así que tengo unos meses -hasta abril, cuando he de renovar el dominio- para plantearme si sigo manteniendo esta plataforma o no. Para mi representa una inversión de tiempo y dinero y el escaso contacto con los lectores no me reporta aquello que andaba buscando al abrirlo. Es una pena, pero he de ser práctica con mis elecciones. Ojalá cambie de opinión de aquí a abril…
Además, mi tiempo de escritura es escueto, últimamente casi inexistente: el trabajo en la escuela me absorbe gran parte del día… y luego sigue el trabajo de casa. Escribo mis páginas matutinas, lo que me permite mantener un contacto con esta faceta creativa, pero mis proyectos literarios están en estado de latencia…
Mientras tanto… He regresado al Reiki a través de Jordi Ibern, maestro a quien conocí en un taller gratuito de Reiki hace unos meses. Sentía la conveniencia de regresar a la práctica, que adquirí a través de los grados y de la Maestría hace años. Así que a finales de Julio decidí apuntarme al curso de Maestría que ofrecía en Barcelona, para practicantes que quisieran alcanzar el compromiso de la enseñanza de esta terapia y a la vez, filosofía y camino espiritual, así como para maestros ya iniciados que desearan renovar su práctica.
Yo estoy entre los segundos. Nunca me dediqué profesionalmente a la terapia Reiki, pero desde el principio el Reiki ya despertó en mí un interés que iba más allá de la terapia. Entendí pronto que su presencia en mi vida tenía más que ver con el desarrollo de mi conciencia, además de la sanación. Que la sanación primero tenía que darse en mí misma, sin descartar que pudiera ofrecerla para mejorar el bienestar de otras personas.
He practicado Reiki con familiares y amigos y he formado parte de círculos Reiki para la práctica. Mi alma desea retomar este camino. Siento cada vez más urgente la necesidad de transformar mi estilo de vida y comprometerme en aquello que hace vibrar mi corazón.
De hecho, visualizo mi vida en cinco años muy, muy diferente de lo que es ahora. Mi dedicación a la enseñanza, siento, ha de tomar otra vereda, que no pasa por una escuela de Primaria. Y también quiero que mi compromiso con la escritura se afiance.
Como habrás comprobado ya, estos días estoy dándole muchas vueltas a la cuestión del tiempo…
Cómo gestionar mi tiempo, el tiempo de calidad, el tiempo que me dedico a mí misma.
Tuve una interesante conversación con Jordi, mi maestro de Reiki, sobre esta cuestión. Ahondamos en el sentido espiritual del tiempo, ese “Kairos” que abandonamos y que transformamos en “cronos”: el tiempo de los horarios y los compromisos externos, el tiempo que contamos con ansiedad, el que cedemos a los sueños y necesidades de otros…
Yo quisiera que mi tiempo no estuviera ceñido a un horario impuesto desde fuera, sino tomar las riendas de él y ser yo misma quien diseñara el horario cotidiano. Levantarme sin despertador, hacer mi meditación y mis ejercicios de la mañana, desayunar sin prisas junto a mis seres amados compartiendo una conversación, escribir, cuidarme, formarme, viajar, practicar Reiki a diario…
Esa es mi visión en cinco años. ¿Cómo lo haré? No tengo ni idea. Porque el tema de la independencia económica pesa. Abandonar mi trabajo actual no es una opción, si no hay alternativa que me permita ser financieramente autónoma.
Me pesa especialmente tener historias en mi cabeza sin tomarme el tiempo para escribirlas. Porque sí, desde que publiqué Elia de Montsegur, me han “visitado” otras historias y sé que no esperaran demasiado para visitar a otra mente que esté más dispuesta a darles a luz, como cuenta Elisabet Gilbert. Y a mi escribir me da vida. Es algo que me nace de lo profundo, que forma parte de mi identidad.
¿Por qué he cedido mi Kairos hasta el punto de abandonar mi identidad? Se me ocurre que por tener una fuente de manutención lo suficientemente digna y estable. Dar ese salto cuesta. Nada nuevo bajo el sol.
He logrado escribir una novela gracias a la pandemia. He de ser así de clara, la pandemia me “regaló” el tiempo para acabar un proyecto que había iniciado hacía años y que dejé relegado en un cajón. Y me hizo descubrir que eso era lo que yo era, o una parte importante de lo que yo era. No sólo porque me guste escribir, sino porque tenía la necesidad de explicar “esa historia” y no otra. Ya te expliqué que la manera en que se me presentó el relato no fue nada usual… Es una historia que siento muy viva en mi, porque forma parte también de mi camino espiritual. Mucho de lo que explico en ella son vivencias personales, territorios que he explorado y que sigo explorando, anécdotas que han marcado mi cuerpo de creencias, mis relaciones y aquello que he manifestado y que se ha manifestado en mi vida. Tiene mucho que ver con quien soy.
Es curioso cómo nos vamos abandonando a nosotros mismos, hasta anular casi nuestra autenticidad.
A veces cedemos con gusto ese tiempo a quienes amamos, y eso está bien, porque de alguna manera también nos definimos por quienes comparten su vida con nosotros. Pero la mayor parte de las veces lo cedemos a “ladrones de tiempo”: cosas que en realidad no nos hacen bien, redes sociales que nos producen un estado hipnótico, programas de televisión, lecturas absurdas u ocio insustancial, que en el peor de los casos nos producen ansiedad, nerviosismo, preocupación… Aquí puedes añadir relaciones tóxicas, conversaciones infructuosas, obligaciones para con otros en las que nosotros sólo perdemos… Y también ocupaciones que no nos benefician, o que sencillamente ya no están en armonía con nuestra alma.
Así que es momento de pasar a la acción. Hoy estoy escribiendo, que ya es para mí una forma de disidencia.
Que tengas un hermoso Samhain y una feliz semana.
