Desde niña y sin saber realmente qué era lo que estaba haciendo, visualizaba realidades que deseaba crear. Eran cosas pequeñas, algunas. Otras, un poco más grandes. Solía hacerlo al acostarme, pues era una niña de mente muy inquieta y revolucionada y me costaba mucho ralentizar mi pensamiento, relajarme y dormirme. Utilicé esta práctica para combatir el nerviosismo asociado al insomnio durante las largas horas en vela, sin saber que estaba haciendo algo que era mucho más que imaginar.
En realidad, todos lo hacemos. En mayor o menor medida, siendo conscientes o no de lo que significa visualizar, cualquier ser consciente encarnado en este mundo es creadores de realidades. Creamos nuestra vida tal y como la imaginamos.
Cuando somos totalmente conscientes, colaboramos con el flujo de la vida, somos responsables de nuestra creación y permanecemos abiertos a los movimientos de esa corriente, colaborando con ella sin imponer el criterio de nuestro pequeño ego.
Cuando no lo somos, nos dejamos arrastrar por pensamientos recurrentes, aquellos que surgen de nuestras creencias -adoptadas o generadas por nosotros mismos de manera reactiva a lo que vivimos- olvidamos quienes somos en lo profundo y confundimos nuestra identidad con la de un ser pequeño, que lucha por conseguir lo que quiere pagando un precio elevado, a veces tanto que tiramos la toalla agotados en esa batalla…
Si dejamos nuestra mente discurrir como un caballo desbocado, reforzando esas creencias limitantes a través de pensamientos que se repiten una y otra vez, nuestra vida se instalará en un eterno «Día de la marmota» -¿recuerdas esa maravillosa y divertida película protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell?-, donde obtendremos, una y otra vez, los mismos resultados. Hay quien se aloja en ese lugar porque resulta una zona confortable, conocida, a pesar de que duela y de la profunda insatisfacción con la que conviven diariamente; y los hay que tienen el deseo de salir de ahí, pero no saben cómo.
¿Y por dónde empezamos?
Nuestros pensamientos son el inicio, el lugar desde donde debemos comenzar a cambiar…
«Conócete a ti mismo», decía el oráculo de Delfos. Ése es el punto de partida. Sólo podemos confiar en lo que conocemos. Personalmente, en este momento elijo la meditación como técnica para ese autoconocimiento. Hay muchos caminos que conducen al mismo sitio. Explora aquellos que te llamen: quizás tengas que hacer terapia durante un tiempo, puede que sea el yoga, o cualquier otra técnica de autoconocimiento y movimiento energético, como el Reiki, que para mí fue un acicate para el cambio y que lo sigue siendo, junto a la meditación y la expresión de la Gratitud.
Una vez comenzamos a confiar en nosotros mismos y a recuperar esa conexión, podemos elegir nuevos caminos.
Simultáneamente a la práctica de la meditación, he re-descubierto recientemente la visualización creativa. Fue a través del curso con Nieves Villena sobre Abundancia y Felicidad Económica que volví a encontrarme con la visualización. Por su recomendación, leí el libro «Tus deseos te están esperando», de Alicia Sánchez Pérez. Ha sido todo un descubrimiento.
La visualización, tal y como la plantea Alicia Sánchez, se parece mucho a aquello que ya hacía de pequeña. Nos reta a «jugar» al juego de la creación, de la manifestación en nuestra vida. Al mismo tiempo que nos desapegamos de los resultados y trabajamos la Gratitud, que es la puerta de la Abundancia en nuestras vidas.
Puedes comenzar con un tablero de sueños: se trata de un póster donde reflejas visualmente aquello que deseas manifestar. Aquellos a los que os atraiga lo visual os sentiréis creativos y cómodos con esta herramienta. Después, se trata de dedicar los primeros minutos del día, aún en la cama, y los últimos de la noche justo antes de dormir, a «sentir» esa realidad en vuestra vida como si estuviera ya presente. Por supuesto, puede adaptar esta práctica a tu agenda, estableciendo el momento del día que desees para hacerlo. Después, agradeces, sueltas y declaras que colaboras con el flujo vital dando realidad a esto, o incluso algo mucho mejor que tu no puedes controlar y a lo que te afirmas abierto.
Puedes mirar tu tablero de sueños a diario, unos minutos, mientras pones al día tu agenda.
Te recomiendo la lectura de «Tus deseos…» vivamente. Es un libro ameno que en seguida te pondrá manos a la obra, entretenido y casi «mágico».
Mientras escribía este post, y tras unos días visualizando de manera regular, viví una serie de sincronicidades en un entorno maravilloso, en el que me sentí arropada y abundante, bendecida por la Vida. Porque esta es una de las cosas que suceden -y el libro explica- una vez te pones en marcha hacia tus sueños. Te animo a que tú misma lo descubras… Las sincronicidades me llevaron a escuchar, de manera «causal», la canción que acompaña este post. Llevo varios días escuchándola en bucle, porque mueve muchas cosas en mi interior… El video es precioso y evocará en ti sentimientos inesperados. Espero que tú también lo experimentes.
Y si tienes alguna historia o experiencia que compartir sobre la visualización y las sincronicidades asociadas, estaré encantada de leerte aquí en los comentarios.
Espero que tu práctica sea fértil.
¡Que tengas una feliz semana!