Los barcos están seguros en los puertos, pero no fueron hechos para permanecer en ellos.
Paulo Coelho
No estamos hechos para amarrarnos, estamos hechos para volar. El colibrí que revolotea por estas páginas así me lo recuerda constantemente.
La vida es cambio y sin cambio no hay vida. ¡Pero cuánto nos cuesta cambiar!
En estos últimos tiempos he tenido que reflexionar sobre el cambio. A partir de la reflexión personal, de la meditación, he entrado en contacto conmigo misma de una forma íntima, para darme cuenta de que había que tomar decisiones para variar el rumbo. El propósito no era otro que continuar creciendo, evolucionando, creando… Que la vida continuara en mí, de alguna manera. Ser parte del movimiento natural. Tomar esas decisiones no ha sido siempre fácil: algunas se me han dado por su propio peso, ha sido fácil seguir la corriente del cambio; en otras he ofrecido más resistencia .
Cuando ofrecemos resistencia al cambio, suele ser básicamente por dos motivos: o bien tenemos miedo a lo desconocido, o bien tenemos apego a lo conocido.
En la zona de comodidad se está bien: seguro, a resguardo… Tenemos cierto control -aunque falso- sobre lo que nos pasa y sobre lo que ha de venir. No hay sorpresa, pero tampoco sustos… En la zona de comodidad estamos a salvo… pero puede ser que no estemos del todo vivos. Salir de esa zona siempre implica un riesgo y no podemos asegurar que el cambio sea siempre para mejor. Pero en esa zona nos iremos consumiendo, hasta que algo -que podría no ser agradable, en la mayoría de las ocasiones- o alguien nos abra los ojos para animarnos a tomar nuevos rumbos.
El otoño siempre despierta a mi esta reflexión: las hojas de los árboles caen para que continúe la vida. Los árboles no se aferran a las hojas, aceptan quedarse desnudos porque saben que eso es lo que les permitirá crecer frondosos y lucir en primavera en todo su esplendor. Para ellos es simplemente natural. Con nosotros sucede algo parecido: si nos aferramos a lo que ya no tiene vida, nos consumimos en esa decrepitud. Hemos de aprender a soltar. Y eso es algo que podemos comprender cuando, como los árboles, aceptamos nuestra naturaleza.
En cuanto al miedo os ilustraré lo que pienso al respecto con una historia de dragones: en los mapas antiguos, cuando todavía no se había explorado el último confín de la tierra, los marinos dibujaban dragones. Aseguraban que en aquella frontera, en aquella tierra ignota, habitaban terribles animales que escupían fuego… La tierra inexplorada estaba llena de dragones.Justo en el límite de lo conocido, allí habitaba el miedo.
Nuestros dragones también habitan en lo inexplorado. No sabemos lo que nos encontraremos más allá, pero antes incluso de tomar la decisión de cruzar la frontera ya imaginamos algo terrible.
Suerte que hubieron valientes exploradores que se atrevieron a ir más allá de los dragones… porque allí, muchos de ellos, encontraron tesoros que nunca hubieran imaginado. Y nos regalaron a las futuras generaciones sus descubrimientos, en forma de riqueza, de intercambio, posibilidades de prosperar y de crecer. Es cierto que algunos también encontraron muerte, sufrimiento, hambre, decepción… Pero nadie podía decirles que se consumieron en la indecisión, que no lo intentaron: se atrevieron a ir más allá. Y seguramente que durante el viaje se sintieron plenamente vivos.
He de aprender a soltar… ¡Me quedan tantas lecciones en esta materia! Pero creo que en estos días me he sentido bien: por haberme escuchado y por haberme atrevido a dar unos cuantos pasos adelante.
Nuevos horizontes nos esperan…
Que tengas una feliz semana.
20 respuestas
Preciosa reflexión que todos deberíamos practicar y hacer con más frecuencia. El gusanillo que nos entra por el estómago cuando tomamos un riesgo, para mi, ya merece el riesgo.
Un Beso
Ese gusanillo a algunos molesta y atemoriza y a otros estimula, como es tu caso. Felicidades por atreverte a ir más alla! Un beso!
Que bonita reflexión… la verdad es que se vive cómodo en la zona de confort, lejos de los dragones, pero las emociones y los descubrimientos se hacen fuera de esa zona. Yo creo que es bueno investigar. Tengo un propósito desde el año pasado y es hacer, al menos, una cosa al año por primera vez.
Buen propósito, netikerty! no se me ocurre mejor manera de cultivar el entusiasmo por la vida! Un beso!
Sin duda nunca dejamos de aprender, Estel. Cada época tiene sus propios dragones y hay que aprender a lidiar con ellos. Gracias por acercarnos tus reflexiones, acompañan a las mías. Un abrazo.
Pues si, cuando leí tu post lo pensé. ¡Esta semana nos hemos conectado especialmente! Es cierto, con cada nuevo avance viene una nueva frontera… Una vez combatimos el miedo, se nos presenta un nuevo reto, custodiado por nuevos dragones… Es verdad eso que dicen de que lo único constante es el cambio. ¡En este viaje estamos! Un abrazo!
Que hermosa reflexión Estel! Justo en este momento en que hay tantas adversidades en el mundo, tantos cambios y tantos miedos por el futuro, me parece que tu reflexión es totalmente adecuada. Tendre que compartirla. Saludos y un abrazo!
Sí, justamente ahora… Alguien me dijo hace poco «todo tiene que volverse muy oscuro antes de reconocer la luz». Creo que nosotros ahora estamos en esa encrucijada, que todo parece muy oscuro, pero hemos de atrevernos a seguir avanzando a pesar de la oscuridad, y mantener la visión de la luz en nuestro fuero interno. Un abrazo, Sujhey!
Esos dragones! A veces pienso que están ahí para avivarnos, para empujarnos a romper barreras que nuestro subconsciente nos pone. Per cuántas veces el miedo nos amarra al puerto sin atrevernos a salir. Bonita reflexión Estel.
Un abrazo!
Tendríamos que tomar el hábito de levantar el ancla de vez en cuando, ¿no crees? A ver qué pasa si nos atrevemos… Y lo mejor es que no tenemos por qué hacerlo solos! Ahí está nuestra familia de espíritu para animarnos! Un beso!
Cuantísima razón tienes… A veces tanto el miedo a lo desconocido como el valor para soltar aquello que nos entorpece el camino nos hacen no avanzar. Con lo importante que es deberíamos aprender a gestionarlo muchísimo mejor, pero desafortunadamente no es algo que te enseñen a hacer y hay que ir aprendiéndolo con el paso de los años. ¡Un abrazo muy fuerte!
Ahí estamos, Sandra, todos aprendiendo a base de ensayo y error. Pero tener la voluntad de avanzar ya marca una diferencia. Un beso!
Hay Estel!! El otoño a mi también me despierta estas reflexiones y en definitiva, uno va aprendiendo poco a poco a soltar, y vaya que hay dragones revoloteando cerca de mi, pero los estoy enfrentando ¡Gracias!
A veces nos tenemos que hace «amigas» de los dragones… Un beso, Noemí!
aaains, me viene al pelo Estel, no sabes en qué momento leo este maravilloso post. gracias, gracias y gracias de nuevo.
Es que he notado tus vibraciones, Ana! Estamos conectadísimas a pesar de la distancia! 🙂
jejeje! Bromas aparte, me encanta que haya captado tu atención y que te haya hecho reflexionar, a veces un alto en el camino va bien, ¿verdad? Un abrazo, guapa!
Estel molt bonic!
Graciès, Glòria! M’alegra que t’hagi agradat! 😉
Un post precioso, Estel. Me gusta todo lo que transmites y estoy totalmente de acuerdo en lo que comentas. Un abrazo!
Gracias a ti por leerlo y por recibirlo con tan buena disposición. ¡Me encanta que estemos en la misma onda! Un beso!