Hoy 7 del 7 se cumple uno de mis más anhelados sueños: mi novela, Elia de Montsegur, sale a la venta oficialmente en las principales plataformas online y librerías bajo petición en catálogo.
Me vivía de ganas de poder compartirlo contigo y este de hoy es un post de celebración. Celebro un camino que se inició hace veinte años, cuando visité por primera vez la Montaña de los Puros, el lugar donde todo ocurrió, hace más de setecientos años…
He de decir que antes de visitar el lugar ya había leído Brida, una de las novelas que más me gustan de Paulo Coelho. En ella se menciona el sitio de Montsegur. Cuando unos amigos nos propusieron un viaje al llamado “País Cátaro”, al sur de Francia, comencé a interesarme por la epopeya albigense, la historia de la primera cruzada promovida por cristianos contra cristianos. También leí “La vía de los cátaros” mientras preparaba el viaje. Y comencé a adentrarme en sus misterios… Hablé con personas que conocían las historias y las leyendas del lugar, investigué y me documenté a través de historiadores como Anne Brennon o Zoe Oldenbourg, entre otros. Pero, sobretodo, seguí la voz de mi intuición…
¡Buena cosa para un alma curiosa que ama escribir como la mía!
¡No esperaba que abrir aquella puerta supusiera tanto para mí! Con frecuencia has de adquirir la perspectiva del tiempo para poder comprender el significado de todo y cómo lo que sucede se relaciona con el trabajo, -o el juego- que cada uno se planteó abordar al encarnarse en este mundo.
Hoy quería comenzar a compartir parte de la experiencia que ha supuesto escribir este libro, desde el momento en que la idea se alumbró en mi interior.
Lo que ya había leído y escuchado sobre Montsegur seguro que fue el caldo de cultivo para que la semilla del relato se enraizara en mí… Pero definitivamente el primer brote de ese relato asomó el día que visité la montaña. Y digo montaña, y no sólo el castillo… El actual, por cierto, no corresponde al de los hechos que relato en la novela, aunque sigue su planta pentagonal y sí que son contemporáneos los restos del castrum en las terrazas situadas al norte de la cumbre. En este lugar es donde se han encontrado más vestigios del sitio de Montsegur. El castillo original fue demolido por Hugues des Arcis, uno de los principales contendientes del sitio y quien recibió la propiedad confiscada a sus dueños originales, la familia de Perelha. Y se construyó otro en su lugar.
Lo que experimenté allí y que he conservado durante años se inició justo al pie del impresionante monte, en el Prat des Cremats. El mismo prado donde se levantó la hoguera de Montsegur. Allí el Institute d’Études Cathares erigió una estela en conmemoración por el martirio de los perfectos, los iniciados que se refugiaban en el castillo. En aquella primera visita, que hice con Daniel, me acerqué a la estela y de forma casi natural se me ocurrió poner una flor violeta en ella, en honor a aquellos mártires de la fe. En aquel justo momento comenzó a nevar y mi pelo se cubrió de copos blancos. Parecía haberse encannecido de repente… Y comencé a sentirme extrañamente acompañada, rodeada diría yo. Noté una presencia. Allí no sólo estábamos Daniel y yo. Sentí que había alguien más… Muchos más, me atrevo a afirmar.
Creo que en aquel momento recibí una especie de “encargo”. No puedo explicarlo de otro modo. Ante aquella presencia, me declaré abierta a albergar la encomienda, a ser generosa en mi respuesta. No me extrañó, no cuestioné lo que estaba sintiendo… Lo acepté de manera natural. Fue tiempo después cuando tomé distancia de aquella experiencia y comencé a maravillarme y a preguntarme qué era lo que me había ocurrido al pie de Montsegur.
Desde pequeña he sido muy intuitiva y he “escuchado” sensaciones que podía interpretar con claridad en forma de mensaje. A la capacidad de escuchar voces de naturaleza espiritual se le llama «claraaudiencia» -en la novela, por cierto, encontrarás referencias diáfanas a este tema-. Yo no puedo decir que «escuche voces» -como el personaje de Ot Cataló o la propia protagonista-, sino que interpreto sensaciones intuitivas. Sea como sea, siempre he conservado una conexión especial y directa con esa guía espiritual, apoyada en mi propia fe, que ha ido variando a lo largo de las etapas de mi vida. Aquel día en Montsegur me sentía totalmente alineada con esa guía e interpreté: “Has de escribir sobre nosotros”.
Esa sería la traducción más literal de lo que “sentí”.
E immediatamente comenzaron a formarse imágenes del relato en mi mente, emmarañadas, superpuestas… Aquel día me puse a tomar notas de las ideas que comenzaron a brotar en mi pensamiento. Y en los días sucesivos. Comenzó a tomar forma el relato principal y los personajes.
Lo que no sabía entonces –y ahora ya sé- es que en el camino yo tenía que crecer, que aquel «encargo» tenía adosado un reto personal. Comencé a darme cuenta de que el hecho de escribir esta historia contenía una lección, un recorrido por el que tenía que pasar. Un aprendizaje. Y que en el «programa de estudios» encontraría experiencias, un trabajo de superación de creencias y miedos adquiridos, mi relación con los temas espirituales, investigaciones, encuentros… Dimensiones de la realidad que desconocía.
Por muchos motivos, vitales y personales, el proyecto de la novela se quedó en un cajón y sólo conseguía salir de vez en cuando a la superficie. Claramente era algo que tenía vida propia y que continuamente me llamaba, aunque yo no siempre estaba disponible para ello. Incluso sabiendo que había «aceptado un encargo». En muchísimas ocasiones me dejaba asaltar por las dudas, principalmente hacia mí misma. Pero aquellas «voces» han sido muy, pero que muy persistentes…
Seguí escribiendo, en blogs, en revistas, para mí misma. Aunque puse a dormitar aquel relato, no podía dejar de ser lo que soy. Escribir forma parte importante de mi identidad. Y di muchos giros en mi profesión y en mi vocación hasta llegar al punto de convencerme a mí misma de ello. En ocasiones me sentaba a escribir la novela y todo fluía como un torrente desbocado, con facilidad. En otras, me sentía bloqueada y paraba. Así durante meses y años.
Hasta que llegó la famosa pandemia, durante la cual hice todo un trabajo personal de revisión y también me uní a los programas de coaching y mentorías que me ayudaron con la parte literaria y también la personal. Fue entonces cuando la escritura volvió a florecer y me sentí capaz de acabar la historia. Las dudas que había tenido sobre el relato, la manera de escribirlo… Se fueron despejando. A partir de ahí, todo volvió a fluir y cobró una fuerza inesperada. El relato se hizo con el “control” como si tuviera personalidad propia y yo me puse a su servicio. Lo acabé pocos días después de comenzar a el programa “Manifiéstalo”, de Maïte Issá, que ha sido un antes y un después a todos los niveles en mi vida. Creo que esto fue un final de etapa, pues ya había iniciado ese proceso años atrás. Fue la gota que colmó el vaso, la guinda que faltaba al pastel… Y sospecho que el inicio de una etapa nueva.
Este es el relato del relato. El “cómo se hizo” a grandes trazos.
Si tienes curiosidad por saber más, estos días me pasaré un poco más a menudo por aquí para compartirlo contigo.
Te dejo aquí el enlace del libro, por si estás interesada en adquirirlo:
AQUI ENCONTRARÁS MI NOVELA, ELIA DE MONTSEGUR
Que tengas una feliz semana y que tus sueños también se cumplan.